lunes, 28 de octubre de 2019

ESCENARIO DE OBSERVACIÓN (1)


4.1 Simulando el Panóptico de Bentham

 La Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios (SIEP SA), que es la compañía estatal encargada del diseño, planificación y ejecución de las nuevas instituciones penitenciarias, ha desarrollado este centro Tipo de cárcel que ha servido de base para la construcción de los centros penitenciarios de los últimos años. Ello se debe a que a finales de los años ochenta los centros penitenciarios que existían en España se habían quedado obsoletos y saturados. El PSOE (Partido Socialista Obrero Español), por entonces en el 102 poder, decidió iniciar una reforma en el sistema penitenciario español, tanto en sus leyes como en su funcionamiento.(24)
 A partir de esa época se gestionó la construcción de nuevos centros penitenciarios Tipo, para lo cual, se enviaron técnicos a otros países buscando los modelos adecuados. El diseño de los nuevos centros perseguía la aplicación de una funcionalidad que permitiera adecuarlos a los nuevos objetivos de rehabilitación y formación de los internos. El resultado fue la construcción de las nuevas macro-cárceles repartidas por toda España con una capacidad aproximada de unos 1.800 a 2.000 internos por centro.
 Los cambios introducidos en las nuevas prisiones reforzaron el perímetro exterior con altos muros, extensas alambradas y una torre de control elevada y sólo accesible vía subterránea, para evitar la toma del centro neurálgico durante los motines, desde donde se pudiera controlar todo el sistema de seguridad del centro emulando quizá el sistema Panóptico de Bentham (1791). Mediante este sistema se induce en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder. Como dice Foucault (2009:205) “[…] el detenido no debe saber jamás si en aquel momento se le mira; pero debe estar seguro de que siempre debe ser mirado”. Esta estructura, puede incluso constituir un aparato de control sobre sus propios mecanismos, pues desde la torre el director puede observar y vigilar a todo el personal.
 El propio Jeremy Bentham hizo una descripción del panóptico:
  Una casa de penitenciaría debería ser un edificio circular, o por mejor decir, dos edificios encajados uno en otro. Los cuartos de los presos formarían el edificio de la circunferencia con seis altos ,seis pisos o niveles, y podemos figurarnos estos cuartos como unas celdillas abiertas por la parte interior [...] Una torre ocupa el centro, y esta es la habitación de los inspectores [...] la torre de inspección está también rodeada de una galería cubierta con una celosía transparente que permite al inspector registrar todas las celdillas sin que le vean, de manera que con una mirada ve la tercera parte de sus presos [...] pero aunque esté ausente, la opinión de su presencia es tan eficaz como su presencia misma. Entre la torre y las celdillas debe haber un espacio vacío, o un pozo circular, que quita a los presos todo medio de intentar algo contra los inspectores [...] El todo de este edificio es como una colmena, cuyas celdillas todas pueden verse desde un punto central (Bentham ,1791:36).

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24 No debemos olvidar, que muchos dirigentes de ese Gobierno habían entrado en las cárceles franquistas por motivos políticos, y conocían de cerca el Sistema Penitenciario español.

 La tipología de los centros Tipo se formaliza sobre la base de una estructura urbana modular en la que se integran edificios, calles y plazas. La ordenación está basada en la definición de diversos anillos concéntricos de seguridad alrededor de un recinto interior, identificado como Urbanización Interior. Se trata de, mediante la asignación coercitiva del espacio, establecer dónde debe de estar cada interno en cada momento, cómo reconocerlo, a qué departamentos tiene acceso, estableciendo de este modo una vigilancia constante mediante el poder disciplinario. La disposición concéntrica del sistema de vigilancia funciona, como diría Foucault (1975), como un intensificador de poder, ya que puede reducir el número de los que ejercen el poder y aumentar el número sobre los que se ejerce; puede actuar de forma preventiva dado su carácter constante de presión y actúa de manera automática. Se garantiza así la economía, la eficacia y la continuidad del sistema de poder.
 Este diseño dota al centro de edificios que albergan los servicios generales comunes, así como amplios espacios polivalentes de uso común que se utilizan tanto para talleres de trabajo como para aulas de formación. También le confiere espacios para un gran número de  actividades deportivas como natación, squash, cancha de baloncesto, campo de fútbol, de atletismo y de lugares ajardinados de comunicación y convivencia con la familia en los días de visita.
 Mediante la diferenciación de zonas residenciales, central de equipamientos, de trabajo y perimetral, se busca garantizar altos niveles de seguridad y eficiencia, así como justificar también la mejor habitabilidad posible para el desarrollo de las actividades culturales, educativas, deportivas o laborales. Existen diferentes tipos de edificios que se clasifican según la posibilidad o no de acceso de los internos a los mismos:

 Los edificios externos, excepto el departamento de comunicaciones familiares, son los utilizados por personas no internas en la institución: control de accesos, oficinas, cuerpo de guardia y jefatura de servicios. A estos espacios no pueden tener acceso los internos excepto algún preso de confianza para portar paquetes del exterior al interior o para realizar labores de jardinería en el recinto exterior. En esas ocasiones, los internos utilizan una puerta auxiliar para llegar al exterior que rodea intencionadamente la jefatura de centro y de servicios. En la jefatura de servicios es donde se ejecutan todas las órdenes y disposiciones de la actividad diaria del centro, siendo el centro neurálgico de las operaciones regimentales. En ningún caso tienen acceso a las oficinas o despachos de los mandos del centro. Próximo a él y vedado también para los internos, se encuentran los despachos del equipo de tratamiento formado por psicólogos, educadores y trabajadores sociales.
 Los edificios de servicios son los utilizados por internos de forma no continuada: cocinas, lavandería, talleres productivos y la zona llamada sociocultural donde se realizan actividades deportivas, lúdicas y de formación. Las diversas actividades del módulo de sociocultural se integran en un plan racional, concebido ex profeso para lograr los objetivos de la institución. A estos espacios tan sólo pueden acceder internos previamente seleccionados por el equipo de tratamiento, por su buen comportamiento o por determinadas aptitudes consideradas necesarias para el desempeño de las actividades y trabajos cualificados. La posibilidad de  acceder o no a estas dependencias se utiliza como método de premio o castigo según el comportamiento del interno se adecue o no a las normas impuestas por el centro.

 Los edificios residenciales, tienen una presencia permanente de internos y son los módulos residenciales donde viven los internos, que se describen con detalle en el siguiente epígrafe. En el centro penitenciario, los internos tienen la posibilidad de trabajar en la panadería, la lavandería, el economato, el servicio de limpieza y jardines o como ordenanzas (25), recibiendo un salario a cambio. También existe la posibilidad de trabajar en los talleres productivos, donde el interno recibe un sueldo según el número de piezas realizadas. Estos talleres se encuentran tanto en la zona de talleres como en algunos módulos donde se intenta potenciar la vida laboral de los internos (M5, M6, M de jóvenes, M de mujeres y M terapéutico).

 Los internos trabajadores se encuentran afiliados al régimen general de la Seguridad Social. La actividad productiva de los talleres penitenciarios se autofinancia, en la medida en que no está subvencionada a través de los Presupuestos Generales del Estado, siendo importante por tanto asegurar su viabilidad económica. Sólo los internos que mantienen buen comportamiento tienen opción de trabajar en talleres, utilizándose al igual que el sistema de cambio de módulos como herramienta de premio o de castigo.

 Debido a esto último, los internos del programa PAIEM no suelen ser admitidos en los talleres, presuponiendo por parte de la institución un bajo rendimiento laboral, en contraposición a la opinión de Foucault (2009:156) de “[…] en el buen empleo del cuerpo, que permite un buen empleo del tiempo, nada debe permanecer ocioso o inútil”.

 La idea de Foucault de que el cuerpo queda construido desde el poder como un cuerpomáquina, y que debe ser útil para la institución, aplicando mediante la disciplina una economía positiva que persiga la utilización productiva del tiempo, en los internos PAIEM, no suele ser aplicada. La institución, salvo algunas excepciones, suele adjudicar a sus  cuerpos la característica de no productividad, provocando una pertinaz insistencia en solicitar la incapacidad legal para estos internos, como veremos en la etnografía.

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25 Interno de confianza de la institución que desarrolla diferentes funciones dentro de la institución, apoyando las funciones del funcionariado y mediando entre éstos y el resto de internos.


 4.2 Donde se albergan los cuerpos

 Los módulos residenciales son un conjunto de dependencias dentro del centro penitenciario que permite que los internos que residen en ellos desarrollen en su interior todas las actividades de la vida ordinaria. Los módulos residenciales albergan unos 130 internos cada uno, y están ubicados de dos en dos y separados por una garita de funcionarios en el centro que da cobertura a ambos módulos. Una parte de las celdas de dichos módulos dan a las zonas ajardinadas comunes, que son surcadas por los caminos que comunican todos los módulos entre sí y que son utilizadas tanto por el personal como por los internos. La otra parte de las celdas dan a los patios interiores de dichos módulos, donde habitualmente se realizan actividades deportivas o simplemente se deja pasar el día paseando.
 En el interior de los módulos están las celdas, que dan cabida a dos internos y que cuentan con ducha y retrete cada una, el despacho sanitario, el despacho de psicólogos y educadores para atender a los internos, el comedor, el office desde donde se reparte la comida, un pequeño gimnasio, una sala de estudio, una sala de actividades polivalente y un servicio con duchas por si alguno quiere ducharse fuera del horario de permanencia en las celdas. El centro está compuesto por 14 módulos residenciales con un total de 723 celdas, todas ellas con rejas en las ventanas, siguiendo la arquitectura del centro Tipo. Todas las celdas son dobles, excepto en el módulo de aislamiento que son individuales y en enfermería que pueden llegar a albergar hasta 4 camas.
 En el Centro existen diferentes tipos de módulos residenciales:

 - Módulo de Respeto
 - Módulo Ordinario
 - Módulo de Aislamiento
 - Módulo de Ingresos
 - Módulo de Enfermería
 - Módulo de Jóvenes
 - Módulo de Mujeres
 - Módulo Terapéutico

 El módulo de Respeto es una unidad de máxima exigencia dentro del sistema penitenciario.  Tienen su origen en el año 2001 en el centro penitenciario de Mansilla de las Mulas (León), y en la actualidad están implantados en todos los establecimientos penitenciarios de España. Según la DGIIPP, la finalidad de los módulos de Respeto es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre los residentes del módulo. En ellos se persigue que el interno deje de vivenciar el módulo y sus normas como algo impuesto para considerarlo como algo propio. El factor fundamental es la participación del interno en la vida, las tareas y las decisiones del módulo, a través de grupos de trabajo y comisiones de internos.

 En la práctica diaria vemos cómo el funcionamiento está altamente normatizado, y cada acción esta previamente definida y posteriormente evaluada tanto por los funcionarios como por la figura del interno de apoyo. Este último se encarga de hacer efectivas las normas y tiene potestad para imponer castigos a todo aquel que no cumple las pautas, previamente decididas en la asamblea semanal. De esta manera, la noción de poder se va imbricando y embebiendo en todos los componentes del sistema para garantizar el biopoder sobre el interno. En el centro son módulos de Respeto el M2, M3, M de mujeres, Jóvenes, M5, M6, M4, M8 y M terapéutico.

 El módulo ordinario es un módulo de baja exigencia donde las normas son aplicadas de manera más laxas, debido a la alta conflictividad de los internos allí ingresados. Estos módulos son utilizados como medio de castigo cuando un interno comete alguna infracción en los módulos de alta exigencia. Las peleas, el consumo de drogas y la falta mutua de respeto son mucho más frecuentes en estas unidades. En el centro son módulos ordinarios el M7 y el M1.

 El módulo de Aislamiento es donde están los internos con especial vigilancia. Este módulo está destinado a los internos clasificados en Primer Grado (que se explicará más adelante), y a los castigados con días de aislamiento por haber cometido alguna falta grave, es decir, por sanción disciplinaria. Todos aquellos sujetos que mantienen actitudes que se valore que sobrepasan la frontera de la norma y la moderación, son ingresados en el módulo en espera  de que el sujeto deponga su actitud. El régimen de vida en estos módulos es el llamado de Régimen cerrado. 

Durante su permanencia en este módulo, los internos tienen reducidos una gran parte de sus actividades habituales como son: la posibilidad de ver la televisión, la compra de cigarrillos o de cafés, la salida diaria al patio, la salida extramodular o el número de llamadas y comunicaciones con sus familiares, lo cual es decidido en función de la peligrosidad del sujeto o del incidente cometido. Así permanecen encerrados en su celda un total de 22 horas diarias, con salidas individuales a patio de dos horas. No pueden disfrutar de actividades  lúdicas como el resto de internos y sus comunicaciones familiares están sometidas a una estrecha vigilancia.

El módulo de Ingresos es el módulo donde se recibe a los sujetos, se les explica el funcionamiento del régimen disciplinario y las normas a seguir. Es allí donde es visitado por el médico para dictaminar su estado de salud a su llegada, y por el educador para decidir el módulo que le será asignado según el tiempo de condena, antecedentes comportamentales, tipo de delito o reincidencia. En este módulo, se hace un examen muy detallado sobre las posibles enfermedades infecciosas para evitar futuros contagios y/o transmisiones, la existencia de lesiones ocasionadas por otras instituciones extrapenitenciarias para evitar posteriores denuncias hacia la institución, y la situación mental del interno unido a un posible riesgo de suicidio. Si esto último se detectara, existe un minucioso protocolo que es puesto en marcha de manera inmediata, llamado PPS (26)

 En el módulo de Enfermería residen internos con enfermedades agudas o crónicas, octogenarios, enfermos mentales y, en general, cualquier interno que por cuestiones de salud vea dificultada la vida cotidiana en un módulo genérico. Sin embargo, existen también otros criterios de ingreso que sin ser estrictamente médicos se valoran como tal, como pueden ser el tipo de delito (violaciones o parricidios), la complejidad del carácter de un sujeto que le impida las relaciones sociales normalizadas en el resto de módulos, o cualquier tipo de  comportamiento disruptivo que altere el orden del resto de módulos.

 A pesar de ser un módulo eminentemente médico, se da la paradoja de que los ingresos y las altas las puede realizar tanto profesionales de la medicina como el director del centro, con lo cual queda desvirtuada su función cuidadora y protectora de la salud, pasando a convertirse en un cajón de sastre para todo sujeto cuyo comportamiento no cumpla las normas regimentales y que por sus características particulares no pueda ser ingresado en el módulo de aislamiento. En este módulo, debido a las características de los internos, la relación con el funcionariado y con el equipo médico es mucho más flexible y cordial, dándose relaciones recíprocas de aparente aprecio. El nivel de control asimismo es más reducido que en otros módulos, permitiendo la permanencia en las celdas todo el día si así lo desea el interno.

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 26 El Programa de Prevención de Suicidios fue creado en el 2005 por DGIIPP, como un programa individualizado de detención y prevención de conductas suicidas, ante el aumento de suicidios en prisión en los últimos años. El interno es valorado previamente por el médico y el psicólogo quienes decidirán que medidas deben ser adoptadas, como: acompañamiento 24 horas por un interno de apoyo, ingreso en enfermería, retirada de objetos con los que pudiera atentar contra su vida o visita diaria por los profesionales. Semanalmente se evalúa la evolución del caso, acordando el mantenimiento en el programa, la modificación de las medidas adoptadas, o en caso de dejar de existir riesgo, la baja en el mismo.


 El módulo de Jóvenes está destinado a los internos con edades comprendidas entre los 18 y los 21 años de edad y tiene las mismas infraestructuras que el resto de módulos. La formación y los talleres laborales tienen especial relevancia en este módulo con el fin de mejorar la reinserción posterior del interno.

 El módulo de Mujeres está destinado a las internas mujeres y tiene las mismas infraestructuras que el resto de módulos. A pesar de que se persigue que los talleres laborales y formativos tengan relevancia en este módulo con el fin de mejorar la inserción sociolaboral de las internas, la realidad es que se destinan muchos menos recursos materiales y personales y por lo tanto el número de actividades en el módulo es reducido.

  El módulo Terapéutico alberga internos incluidos en un programa integral de drogodependencias. Constituye un espacio socioeducativo y terapéutico, libre de las interferencias que genera la droga, fomentando cambios en los hábitos, actitudes y valores de los internos residentes, creando un ambiente dinámico y personalizador, en el que adquiere mayor eficacia la intervención multidisciplinar dirigida a la normalización y reincorporación social de los internos.

 La estructura modular está concebida para que los sujetos no puedan salir del módulo a no ser que sean requeridos por algún funcionario para realizar alguna actividad extramodular en la que previamente han sido aceptados, o tengan que acudir fuera de la prisión por motivos médicos, judiciales u otros motivos extraordinarios. Por lo tanto, la opción de salir del módulo se convierte en un bien codiciado por los sujetos, para romper la monotonía diaria o para tener la opción de relacionarse con compañeros de otros módulos.

 Este es el caso de los internos encargados de servir la comida, quienes acuden tres veces al día a la cocina, paseando por los espacios libres intrapenitenciarios. Estos momentos son aprovechados para establecer relaciones con internos de otros módulos o con otros profesionales penitenciarios que habitualmente no van a su módulo. Este puesto es muy deseado por los internos y queda reservado a los que muestran un comportamiento ejemplar y empatizan con las peculiaridades de cada profesional con los que se relacionan. Esta situación les conduce a la necesidad de ejercer un vaivén de identidades simuladas con el fin de agradar al profesional que debe decidir sobre él.

 La decisión sobre a qué módulo debe de ir cada interno es tomada por el equipo de tratamiento a no ser que el director tome otra decisión en cuyo caso prevalecerá siempre esta última. Esta decisión se basa en el sistema de clasificación que considera criterios de reincidencia, peligrosidad del sujeto, tipo de delito, tipo de tratamiento que requiere y características psicológicas.

 Frecuentemente, y de manera ostensible, el traslado de internos de un módulo a otro es utilizado como recurso regimental para impartirles el castigo o la recompensa que su  comportamiento merezca. El sujeto aprende de esta manera a comportarse en base a un sistema de módulos según el objetivo que persiga. Se constituye por tanto una especialización espacial en virtud de la cual, el sistema castiga o privilegia a los sujetos, y éstos intentan equilibrar como mecanismo compensatorio a la desmembración del yo que se provoca en el sistema. No debemos olvidar, por otra parte, como en las instituciones totales como dice Goffman (1970) los privilegios no equivalen a prerrogativas, sino que son en realidad ausencia de privaciones.

4.3 La hidra vigilante

 El modelo organizativo del centro se dispone según una estructura piramidal, compuesta por el director del Centro Penitenciario como máximo responsable, asistido de cinco subdirecciones (Subdirección de Tratamiento, Subdirección de Seguridad, Subdirección de Régimen, Subdirección Médica y Administración) así como un amplio abanico de funcionarios que trabajan en dichas subdirecciones. Los funcionarios pueden trabajar en las oficinas de los departamentos exteriores, en el interior de los módulos y departamentos interiores o en oficinas ubicadas en el interior de los centros. Por otra parte, existe un amplio número de profesionales que trabajan en el área de tratamiento: psicólogos, juristas, educadores, trabajadores sociales, monitores deportivos y ocupacionales; así como en el área médica: facultativos, enfermeros y auxiliares. Dicha estructura piramidal demarca y organiza los diferentes dispositivos de control dentro de la institución y permite el correcto funcionamiento interno de cada centro, a la vez que posibilita la continua relación y coordinación con los Servicios Centrales ubicados en Madrid.

 Esta estructura piramidal, propicia la creación de una cierta ansiedad flotante que se retroalimenta en un círculo vicioso. Los internos se sienten amenazados por otros internos y por los funcionarios. Los funcionarios, por los internos y la Administración. Y la Administración, por los funcionarios y por los agentes sociales (políticos, sindicatos, prensa y jueces entre otros).

 Para el desarrollo de las funciones de cada establecimiento penitenciario existen los siguientes Órganos Colegiados:

  - Consejo de Dirección.
 - Junta de Tratamiento, que tendrá a su disposición, como unidades de estudio, propuesta y ejecución, el Equipo de Técnicos necesarios.
 - Comisión Disciplinaria.
 - Junta Económico-Administrativa.

 Las funciones de coordinación entre los diferentes Órganos Colegiados corresponden al director del establecimiento.

 La eficacia de los acuerdos de los Órganos Colegiados, con la excepción de los adoptados por la Comisión Disciplinaria, quedará demorada hasta que se produzca la aprobación por el director del Centro. En el caso de que su valoración fuera negativa, por estimar que los acuerdos adoptados perjudican gravemente el régimen del centro o conculcan la legislación, el Reglamento Penitenciario o las circulares, instrucciones u órdenes de servicio dictadas por los órganos directivos de la Administración Penitenciaria, no serán validados hasta la aprobación del Centro Directivo.

 El Consejo de Dirección debe supervisar e impulsar la actividad general del centro penitenciario, elaborar las normas de régimen interno para su aprobación por el Centro Directivo, fijar el número de Equipos Técnicos del centro penitenciario y determinar su organización, funcionamiento y composición conforme a las normas de desarrollo de este Reglamento, fijar los días en que puedan comunicar los internos y establecer los horarios de las comunicaciones y ejercer las demás competencias que le atribuye el Reglamento.

 La Junta de Tratamiento debe establecer los programas de tratamiento, supervisar la ejecución de las actividades programadas por el Equipo Técnico, formular en función del estudio de los penados las propuestas de grado inicial de clasificación y de destino al establecimiento que corresponda, conceder los permisos penitenciarios de salida, elevar propuestas de los beneficios penitenciarios y de la libertad condicional y formar y custodiar el protocolo correspondiente a cada interno.

 La Comisión Disciplinaria debe ejercer la potestad disciplinaria penitenciaria y acordar la concesión de las recompensas que procedan a los internos, sin perjuicio de la competencia  del director para la imposición de sanciones por faltas leves y de las atribuciones de los Jueces de Vigilancia (27).

 La Junta Económico-Administrativa es el órgano colegiado encargado de la supervisión de la gestión de personal, económico-administrativa, presupuestaria y contable del establecimiento. 

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27 El juez de Vigilancia Penitenciaria es una entidad jurídica que se encarga de salvaguardar los derechos de los internos y vela para que se cumple la legalidad en los diferentes procesos del internamiento.
 
 En cada establecimiento penitenciario existen los siguientes Órganos Unipersonales:

 - El director
- El administrador
 - El jefe de servicios
 - El subdirector de tratamiento
 - El subdirector médico

 El director de un centro penitenciario ostenta la representación del Centro Directivo y de los órganos colegiados del establecimiento que preside, y es el obligado, en primer término, a cumplir y hacer cumplir las leyes, reglamentos y disposiciones en general y especialmente las que hacen referencia al servicio.

 Le corresponde dirigir, coordinar y supervisar la ejecución de las directrices del Centro Directivo, así como inspeccionarlos y corregir cualquier falta que observare en los mismos; representar al centro penitenciario; adoptar las medidas regimentales urgentes necesarias para prevenir y, en su caso, resolver cualquier alteración individual o colectiva del orden en el centro; adoptar, ante hechos o actuaciones de los internos que se presuman faltas disciplinarias, las medidas cautelares que procedan hasta que recaiga acuerdo definitivo; disponer, la excarcelación de los detenidos, presos y penados a su cargo; autorizar, las comunicaciones, visitas, salidas al exterior y conducciones de los internos; asumir la representación del Organismo Autónomo Trabajo y Prestaciones Penitenciarias, con la función de dirigir y supervisar sus actividades en el centro y llevar a cabo cuantas tareas o cometidos le atribuya el Centro Directivo en relación con sus funciones como responsable del centro penitenciario.

  El administrador se encarga de dirigir los servicios administrativos del establecimiento, extender los talones de las cuentas bancarias del Centro penitenciario, cuidar de los niveles de calidad y coste de los bienes y servicios, efectuar las transferencias de los saldos de peculio en los supuestos establecidos y rendir las cuentas ante los órganos competentes con el visado del director y el informe de la Junta Económico-Administrativa.

 El jefe de servicios es el encargado de la coordinación de los servicios del área de vigilancia bajo la dirección y supervisión de los mandos del centro y, en consecuencia, debe adoptar provisionalmente las medidas indispensables para mantener el orden y el buen funcionamiento de los servicios, dando cuenta de ellas al director
.
 El subdirector de tratamiento se encarga de establecer los programas de tratamiento o los modelos individualizados de ejecución penitenciarios para cada interno, de la clasificación interna y de definir las actividades a realizar en función de las peculiaridades de la personalidad del interno y del tiempo de duración de la condena.

 El subdirector médico se encarga de garantizar una asistencia sanitaria integral y orientada tanto a la prevención como a la curación y la rehabilitación, garantizando una atención médico-sanitaria equivalente a la dispensada al conjunto de la población. Así mismo, formaliza los correspondientes convenios de colaboración en materia de salud pública y asistencia sanitaria, en los que se definirán los criterios generales de coordinación, protocolos y procedimientos con el sistema nacional de salud.

 En cada establecimiento penitenciario existen los siguientes profesionales penitenciarios:

-Juristas
- Psicólogos
- Educadores
 - Trabajadores Sociales
 - Personal Sanitario
 - Personal de Vigilancia

 Los juristas son los encargados de estudiar toda la información penal, procesal y penitenciaria de cada interno y de realizar la valoración jurídica para su clasificación, que determinará la programación del tratamiento que ha de seguir. Redactan y fundamentan los acuerdos adoptados por la Junta de Tratamiento y realizan informes para las autoridades  judiciales y la Administración Penitenciaria. Los servicios jurídicos de cada centro penitenciario proporcionan orientación legal actualizada de su situación procesal a los internos.

 Los psicólogos estudian las variables que determinan el comportamiento del interno para emitir informes e identificar las carencias y necesidades que deben ser tenidos en cuenta a la hora de asignar los programas de tratamiento y los modelos individualizados de intervención para cada recluso. Son los responsables de llevar a cabo lo programas terapéuticos.

 Los educadores deben conocer, asesorar e informar, tanto de temas penitenciarios como extrapenitenciarios a cada uno de los internos que tienen asignados, observar su conducta y emitir los correspondientes informes que quedan reflejados en la carpeta de seguimiento. Desarrollan los programas de intervención terapéutica y las actividades culturales y deportivas de los internos que tienen asignados.

 Los trabajadores sociales son los encargados de resolver la problemática sociofamiliar que ha desencadenado supuestamente el ingreso en prisión del interno. Proporcionan información y asesoramiento en general, median en la restauración de los vínculos familiares deteriorados o rotos para tratar de favorecer la reinserción social del interno. También son los responsables de propiciar la inserción laboral de aquellos reclusos cuya situación penitenciaria les permite acceder al trabajo. Entre sus funciones se encuentra, además, la labor de apoyo y seguimiento a los liberados condicionales y a las personas sometidas a penas alternativas.

 El personal sanitario es el encargado de la actividad sanitaria tanto preventiva como asistencial de los internos dentro del establecimiento penitenciario. Deben asegurar que la atención sanitaria sea de calidad mediante la utilización racional y eficiente de los recursos diagnósticos y terapéuticos. Determinan los criterios para la derivación al nivel especializado de los enfermos que la precisan y hacen un seguimiento de ella. También son los responsables de asegurar el correcto cumplimiento de los programas de salud establecidos por la dirección del centro o por la administración sanitaria competente.

  El personal de vigilancia representa la inmensa mayoría del colectivo de trabajadores del sistema y desarrolla diversas y variadas funciones dentro de los centros. Además de garantizar el mantenimiento del orden, está directamente implicado en las tareas educadoras y de rehabilitación de los presos. Su trabajo se desarrolla en estrecha colaboración con los equipos terapéuticos y educativos del centro y su aportación resulta un factor imprescindible en el proceso de reinserción de los internos.

 En base a este modelo organizativo y sin llegar a la rigidez de estereotipos que describe Goffman (2012), en el centro penitenciario se produce una clara separación relacional, entre el grupo sometido de los internos y el grupo supervisor de los funcionarios. Los internos viven dentro de la institución y tienen limitados sus contactos con el mundo exterior y los funcionarios cumplen una jornada laboral y están socialmente integrados en el mundo exterior.

 Cada grupo tiende a representarse al otro con rígidos estereotipos hostiles: el personal suele juzgar a los internos como crueles, taimados e indignos de confianza; los internos suelen considerar al personal petulante, despótico y mezquino. El personal tiende a sentirse superior y justo, los internos a sentirse inferiores, débiles, censurables y culpables (Goffman, 2012:23).

 Por lo tanto, las relaciones sociales entre ambos grupos de actores sociales están determinadas en la mayoría de ocasiones, por el principio de autoridad y formalmente prescritas en multitud de actos relacionales como el tono de voz, la disposición corporal o el respeto de los tiempos.

 Todas estas restricciones de contacto ayudan presumiblemente a mantener los estereotipos antagónicos. Poco a poco se van formando dos grupos social y culturalmente distintos que tienen ciertos puntos formales de tangencia en común pero muy escasa penetración mutua […] de modo que cuando cualquiera de ambos grupos se refiere a los fines o intereses de la institución se refieren implícitamente a los fines e intereses del personal (Goffman, 2012:25).

 No comparto con Goffman la idea de la escasa penetración relacional y cultural entre los actores, ya que es precisamente en esta interacción donde se construye la naturaleza de los  vínculos institucionales. Sin embargo, si estoy de acuerdo en que los estereotipos antagónicos se refuerzan por esa relación de dominación de un grupo sobre el otro.



 1- Capítulo IV de la Tesis Doctoral, "Corrigiendo almas y sometiendo cuerpos: la sociedad disciplinaria y un grupo de enfermos mentales del sistema penitenciario actual" de la autora Almudena Mora Notario


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