lunes, 27 de abril de 2020

Cárcel y Pandemia, doble condena.


Hace unas semanas, el presidente de la Sociedad Española de Sanidad Penitenciaria (SESP), Joaquín Antón Basanta, firmaba un escrito dirigido al Ministro de Sanidad, en el que le alertaba de las graves consecuencias, tanto sanitarias como de orden público, que traería un avance de la pandemia del coronavirus en las cárceles, paradigma de lugar cerrado y convivencia obligatoria, considerado por las autoridades de alto riesgo. Y es que, a la falta de personal sanitario y de medios materiales se une la problemática de la población penitenciaria, afectada por enfermedades crónicas, dependencias, drogadicción y enfermedades mentales en porcentajes escandalosos. Es decir, abandono sanitario que produce enfermos terminales y mentales, víctimas cantadas de la nueva pandemia, a l@s primer@s los mata, l@s segundos directamente se suicidan.
Sin embargo, la SESP deja la crítica para mejor momento y muestra una preocupación aséptica, centrada en la reclamación de material suficiente para que sanitarios y funcionarios hagan su trabajo con seguridad.
Por las mismas fechas, otro escrito, esta vez dirigido al Ministro del Interior y a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP) y firmado por el presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucia (APDHA), iba un poco más allá y a las medidas apuntadas añadían otras para “paliar” la incomunicación que el estado de alarma ha impuesto en las cárceles, tales como la gratuidad de las llamadas extras, las videollamadas y las comunicaciones a través de locutorio.
Lo más significativo del escrito es la petición de excarcelación inmediata de l@s que padecen enfermedades graves y de l@s de más de 70 años, así como de la población preventiva. Sin embargo, las medidas propuestas siguen dejando fuera, o mejor, dejan dentro a la mayor parte de las personas presas, las que sufren problemas de drogadicción y mentales.
Más acertadas son las demandas que reclaman las organizaciones de familiares y grupos de apoyo a pres@s, que amplían los motivos para la excarcelación a mujeres embarazadas, extranjer@s y algunas ya recogen al colectivo mencionado.
Los motivos por los cuales tanta gente guarda silencio al respecto son variados. Están los económicos; mínima inversión, máximo beneficio. ¿Acaso podría Instituciones Penitenciarias permitirse excarcelar a sus más “fieles clientes”?¿Qué harían con tanto tratamiento, programa, equipos técnicos, asistentes sociales, educadores y demás “especialistas”? Si en lugar de un psiquiatra cada tropecientos mil pres@s se hicieran estudios y diagnósticos serios a las personas tachadas de enfermas mentales, ¿qué resultados arrojarían?
Y están los motivos políticos y sociales. ¿Qué hacer con estas personas que vaciaron los psiquiátricos para llenar las cárceles? ¿Qué hacer cuando carecen de vínculos familiares y medios para sobrevivir por sí mism@s?
Problemas tan complejos no pueden seguir tapándose con parches, metadona, pastillas y represión.
En estos momentos de confinamiento, cuando desde los más diversos ámbitos se plantea una reflexión profunda sobre las causas que nos han traído hasta aquí, no estaría de más repensar para qué sirve la cárcel. Quizás llegáramos a una conclusión terrible. La cárcel es un fracaso de toda la sociedad, incapaz de dar respuestas y buscar soluciones para las personas más necesitadas y vulnerables.

AL MINISTRO DEL INTERIOR FERNANDO GRANDE MARLASKA


AL MINISTRO DEL INTERIOR FERNANDO GRANDE MARLASKA

Como responsable de Instituciones Penitenciarias(IIPP), decirle que la carta abierta que ha dirigido a l@s pres@s para informarles de las medidas que se han impuesto a raíz de la propagación del COVID-19, es un insulto a la inteligencia.
Usted pretende hacerles creer que, en las actuales circunstancias, se está en igualdad de condiciones dentro y fuera. Y así equipara a l@s pres@s, a los que se ha prohibido toda visita, permisos, salidas, y a los que se ha recortado las comunicaciones, con el resto de ciudadanos, que según usted, “estaremos sin ver a familiares y amigos”.
Estas restricciones, aplicadas a alguien ya privado de libertad y por tanto obligado a compartir el mismo espacio con multitud de personas, son más que “inconvenientes” que puedan resolverse con más llamadas telefónicas, falsos agradecimientos y peticiones de comprensión.
Son la salud y la propia integridad de estas personas las que están en juego en estos momentos, aunque IIPP nunca mostró demasiado interés por ellas. El sistema penitenciario español, lejos de ser uno de los mejor valorados del mundo, a no ser que usted lo compare con las cárceles tercermundistas, es un sistema criminal caracterizado por un constante desprecio por la vida y dignidad de las personas a las que dice salvaguardar.
Desde hace años, algun@s pres@s vienen denunciando las penosas condiciones que soportan: cumplimiento íntegro de las penas al desaparecer la redención de penas por trabajo, endurecimiento de las condiciones para acceder a permisos o a la libertad condicional, cadena perpetua encubierta, perpetuación de los aislamientos, de los malos tratos, palizas y torturas, abandono médico, medicalización sistemática, comidas escasas y repugnantes, actividades inexistentes, trabajo esclavo, y las muertes, más de doscientas personas el año pasado…Todo esto se acerca más a la realidad del Sistema Penitenciario español, incapaz de hacer frente antes, y ahora con más motivos, a la bomba de relojería en que han convertido a las prisiones de este país. ¿Y todavía se atreve a decir que piensa en su salud? Muy bien, cierre entonces las cárceles o al menos saque de ellas a toda la población penitenciaria que corre serio riesgo de contagio y/o serio riesgo de muerte.
Libere a las personas mayores de 60 años, a las que sufren enfermedades graves, y con más razón a las crónicas.
Libere a toda la población preventiva, privada ya de libertad sin que se haya determinado su inocencia o culpabilidad.
Libere a las mujeres embarazadas y a las que cumplen condena con sus hij@s pequeñ@s
Libere a l@s extranjer@s y cierre de una vez los CIEs
Libere a las personas que hayan cumplido las ¾ partes de la condena, ofreciéndoles la oportunidad de la tan cacareada reinserción.
Y sobre todo, libere al colectivo que conforma el grueso de la población penitenciaria y que más está acusando estas medidas; las personas con problemas de dependencias a las drogas y/o enfermedad mental, una verdadera pandemia de la que nadie habla, que a nadie parece interesar y de la que desconocemos la cifra de fallecimientos que provoca cada año, porque en la cárcel los muertos se cuentan a bulto.

jueves, 27 de febrero de 2020

Carta de David Rojas Fernández


Que yo, David Rojas Fernández, nacido en Valencia y con NIS 9815293246, vengo a denunciar los abusos, intimidaciones, amenazas y malos tratos, pues me han puesto las manos encima, que sufrimos en esta prisión.

Me han cacheado por sorpresa la celda nº 25 de la 3º galería del módulo 19 de aislamiento, la reventaron y al no encontrar nada, al día siguiente me viene un parte acusándome de que con dos pilas y un cable quería fabricarme una petaca casera. Según la guardia del 11-2, se trataba de dos pilas de reloj que confundieron con dos botones de la T.V, cuando les enseñé el botón me quitaron el parte. Los registros se han repetido el 14 y 15 de este mes acompañados de intimidaciones. Ayer, día de San Valentín, solicité permiso para llamar por teléfono por la tarde, cosa que aprovecharon para volver a destrozarme el chabolo. De vuelta a la celda me crucé con un compañero que evitó que me pegaran. Mientras él llamaba por teléfono, vinieron a coaccionarme e intimidarme y hoy les he pedido el número de placa. Como respuesta, han vuelto a reventarme el chabolo, me han puesto contra la pared y me han dicho que conmigo van a ir a rajatabla y que me aplicaban el artículo 72, por la cara. Me han rodeado, me han faltado al respeto poniéndome las manos en el pecho, en los hombros. Me están buscando para reventarme a palos, siempre es la misma guardia. He sido condenado a cumplir una condena de privación de libertad, no para que me maltraten y abusen de mi persona cada vez que les dé la gana.

Por otra parte, la atención sanitaria es pésima, por no decir que no la recibimos. Llegué quitándome la metadona pero desde que entré aquí el 3-12-2019, solo me han quitado 5 mgs, cuando ya podría estar limpio. Esto no me pasa a mí solo, dar metadona es lo más “normal”, quitarse de la metadona de golpe es difícil, podrían ajustar la medicación para pasar este trance sin sufrir el síndrome de abstinencia…

Tengo un varicocele en el testículo izquierdo para operar hace tiempo pero con tanto cambio no hay manera. Cada vez que llego a una prisión nueva tengo que volver a empezar de nuevo con todas las pruebas y salidas al hospital. En este ni me han sacado al especialista ni me dicen nada al respecto. Además tengo un cristal clavado en la mano izquierda, lo mismo, ni caso.

Llevo casi tres meses echando instancias para que me vea el psiquiatra. Como he sido politoxicómano dicen que tengo diagnosticado trastorno de la personalidad con rasgos disociales, falta de empatía, agresividad, trastorno del control de los impulsos, baja tolerancia a la frustración, síntomas ansio-depresivos, conductas psicóticas, trastorno por ansiedad generalizada… Por si esto fuera poco, nos hacen tomar la medicación a la hora de la cena, a las 19 horas, así que a las 20 horas estamos todos dormidos y a las 2 o 3 de la madrugada despiertos como búhos.
El equipo técnico no aparece por el módulo 19 de aislamiento y así, ¿quién va a decidir cuándo recupera uno su 2º grado? De esta manera nunca. Cuando tenemos que pagar aislamiento en celda, el médico debería venir a vernos todos los días, nunca aparece. Las consultas nos las pasan a través de la cancela del chabolo, en presencia de los funcionarios, sin privacidad, disponiendo aislamiento de una sala para consultas médicas.

Hace mes y medio un tipo le prendió fuego a la celda y nos dejaron unos 15 minutos inhalando humo y ahogándonos, pero claro, estas cosas nunca salen en las noticias, se quedan entre los muros. Como la situación por la que está pasando un paisano nuestro, que tiene las dos manos destrozadas y en una de ellas un pólipo del tamaño de una bola de pin-pon y todos los días suelta sangre por la boca, está para que le operen de urgencia pero ni siquiera le sacan al hospital.

La comida es una basura, nos la sirven en plásticos que han usado antes otros internos; esto es antihigiénico y puede provocar enfermedades. Tendrían que darnos un lácteo, o bien por la mañana o bien por la noche, lo que nos dan son naranjas, a todas horas.

Por último, hay salas habilitadas pero están todas cerradas. Por ejemplo, la semana pasada no paró de llover y hacía frío, así que tuvimos que resguardarnos bajo una marquesina y las salas ahí, muertas de risa. En el patio no hay sillas ni mesas, si quieres almorzar te lo tienes que preparar en el suelo, ¿qué somos? ¿personas o animales?

Esto no puede seguir así, os pedimos la máxima difusión, que saquéis a la luz todas estas injusticias y padecimientos. Gracias por dedicarnos vuestro tiempo. Sin más me despido con un cordial saludo

Carta de José Fernández Heredia


Yo, José Fernández Heredia, con NIS 2013013462 y nacido en Valencia, escribo esta queja para que conozcáis lo que nos están haciendo en 1º grado.

En primer lugar, tengo una hermana que estaba en prisión, en el C.P de Picassent, con un cáncer muy avanzado por lo que le han aplicado el artículo para que fallezca en casa. Yo estoy pidiendo un permiso extraordinario, estoy luchando para poder verla antes de que muera,  pero ni el educador ni la trabajadora social me han hecho caso hasta la fecha.

En segundo lugar, estoy separado y tengo dos hijos, por lo que pido los vis a vis los fines de semana para que mis hijos no falten al colegio por venir a verme, el caso es que no me lo aceptan, me piden un contrato de trabajo pero nadie en mi casa tiene contrato, mi madre que es la que viene a verme tiene ya 63 años y no trabaja.

No tenemos asistencia médica, nos apuntamos pero no hacen ni caso. Yo, por ejemplo, he echado más de seis instancias al dentista. Hace poco me he tenido que quitar un diente y tengo más que se me mueven y que me tendré que sacar con riesgo de coger una infección por no quitármelos el dentista.

Cuando pagamos un parte en aislamiento debería venir el médico a vernos  por si necesitamos ayuda. Aquí no viene nadie. Tampoco aparecen ni la psicóloga ni el psiquiatra y eso que casi todos los días echo instancia para poder hablar con ellos. Necesito hablar con ellos, no estoy bien, tengo muchos problemas familiares, el tema de mi hermana y de mis hijos me está machacando psicológicamente.

Luego los funcionarios no paran de chantajearme; que si quiero el 2º grado camine yo solo, pero si lo único que hago es entrenar con los compañeros…la verdad, no sé qué pretenden hacer conmigo.

 Cachean los chabolos constantemente para ver si nos rebotamos pero no queremos entrar en su juego. También nos quitan tiempo de patio, 20 o 30 minutos de las 4 horas a las que tenemos derecho.

Nos tratan como a perros, dándonos de comer en cacharros de plástico, esto no es higiénico porque no los cambian y al final acaban en mal estado.

Hay compañeros con problemas de salud graves. Uno tiene las dos manos rotas y en una de ellas un pólipo muy avanzado desde hace tres años, tendrían que operárselo pero no le han hecho ni placas. Además echa sangre por la boca, está pasándolo muy mal. Otro tiene mal el fémur de entrenar, no pude salir al patio porque casi no puede ni andar.

Y tenemos a otro compañero que no le dejan en paz, registran su celda una y otra vez, hoy mismo han estado a punto de pegarle sin ninguna razón. Estamos todos en 91.2 pero parece que nos quieren meter en 91.3. Estamos intentando no entrar al trapo pero nos están haciendo la vida imposible y esto es inaguantable.

Muchas gracias por apoyarnos y mostrar a la gente cómo nos tratan en 1º grado. Un saludo cordial para todos.

Carta de David García Concha desde Murcia


Hola a tod@s compas, soy David García Concha con NIS 2011010960, les escribo como los demás para que conozcan como es la vida en este departamento de aislamiento de Murcia, pues el cúmulo de injusticias vividas empieza a ser insoportable. Soportamos un ambiente super hostil, con constantes amenazas y provocaciones a mis compañeros y a mí, con chantajes para que no escriban y no se expresen con libertad, coaccionándoles con no darles el 2º grado o con mandarles de conducción, más lejos todavía de nuestros familiares.

Yo puedo decirles de primera mano que desde el 19 de enero de 2019, que tuve mi último vis a vis con la familia, me ingresaron dinero por ventanilla y hasta día de hoy no sé nada de nada. Tampoco me han dado el paquete con material deportivo que me metió una amiga, me lo retienen sin darme un resguardo para que los familiares lo puedan reclamar.

No tenemos asistencia médica en condiciones, llevo 38 días operado de los ligamentos cruzados y el menisco y están pasando de mí. Me quitaron las muletas, obligándome a apoyar la pierna, cuando la recomendación de los cirujanos fue que lo hiciera poco a poco, revisión a los cuarenta días y luego fisioterapeuta, pues nada de nada.

Luego están los abusos de autoridad. Me han registrado la celda en dos ocasiones sin estar yo presente, tal y como dicen sus leyes. Ese mismo día me sacan al teléfono antes de los cacheos y había un interno que había pedido incompatibilidad conmigo después de insultarme mientras yo hablaba con mi madre. Cuando termino, los carceleros se equivocan de puerta y me abren para que pase al patio y me encuentro con él. Le doy dos golpes que le quedan sin dos piezas dentales por lo que me han abierto un sumario, todo por un error de seguridad de ellos.

No tenemos ningún tipo de actividad ni equipo técnico que nos atienda como seres humanos, en un despacho en vez de a través de los barrotes como si fuéramos animales.

¿Qué quieren?, ¿qué esperan?, ¿qué pretenden?, ¿cómo terminará esto?

Lo que quieren es callarnos y anularnos para que no nos expresemos libremente.

Esperan que nos dobleguemos ante este sistema carcelario y seamos conformistas.

Pretenden buscarnos un sumario, inventándose lesiones para denunciarnos y cogerse la baja como es habitual entre ellos.

Esto terminará con todos los compañeros de conducción, separándonos aún más de nuestras familias, probablemente con 91.3 y todos dispersados por no callarnos, con más años de cárcel o algún sumario, todo premeditado porque cuando hay unión entre los compañeros se inventan bandas o un supuesto motín, no soportan que nos apoyemos, quieren plena sumisión para doblegarnos como personas y pisotearnos.

Carta de Jorge López Vizcaíno desde Murcia II


Yo, Jorge López Vizcaíno, nacido en Valencia el 14-12-1987, con 32 años de edad y NIS 2008026161, denuncio públicamente el trato vejatorio e inhumano que se nos da en Murcia II.

Me encuentro en el departamento de aislamiento, en la tercera galería, en primer grado (91.2). Tengo las dos manos rotas desde hace tres meses y no recibo atención médica. Nos obligan a tomar la medicación a la hora que ellos consideran para tenernos anestesiados y atontados. Sufro ataques cardiovasculares y por mucho que toque al timbre siempre me dicen que no hay médico, que como somos FIES tenemos menos derechos que los presos comunes.

Llevo años pidiendo ayuda psicológica y esperando una operación en la garganta, pero nunca llega, nadie viene a vernos, nos tratan como basura.

Cada dos por tres me trasladan de prisión, tengo una hija de 14 años y un hijo de 7 con los que estoy perdiendo el vínculo al alejarme de mi tierra, Valencia. En definitiva, no permiten que me reinserte en la sociedad.

Nos traen el rancho en plásticos (tupperwares), que ya han sido usados por otros presos, la comida es basura.
Me registran todos los días cuerpo y ropa, así como la celda sin estar yo presente, rompiéndome zapatillas, sudaderas, pantalones…

Llevo muchos años en prisión y cada vez es peor. Veo morir a compañeros en sus celdas simplemente porque se niegan a poner un médico las 24 horas del día. Cuando un compa amanece muerto o ahorcado, el mundo ni se entera, lo tapan todo y la realidad siempre supera la ficción, os lo digo, esto parece un campo de concentración. Aquí estamos, olvidados, desprotegidos, mientras la tele se dedica a mostrar módulos de 2º grado pero ¿qué pasa en aislamiento? ¿por qué nadie se atreve a enseñar estas galerías para conocer la cruda realidad? Abuso de poder, 21 horas al día en la celda, sin material deportivo, sin actividades…

Sé que aquí o mueres o te matan o si logro salir en libertad no me habré reinsertado y estaré peor que cuando entré.